Naufragio-Vapor-Cabo-Mayor-santanderAllá en el faro.
El faro de Cabo Mayor, en la nariz de roca con su nombre orgulloso, promontorio nominal desnudo como suelen serlo. Antes de que levantaran el fanal giratorio y sus espejos destellantes asomados a los desastres del Cantábrico los atalayeros hacían arder los avisos con sus fuegos. Que construyeran el faro no evitó que contempláramos luego arrimarse al cabo algunos naufragios célebres, como aquel del 4 de septiembre de 1886, cuando la casualidad quiso que una gran niebla hundiera cabe el faro el vapor también bautizado Cabo Mayor, de la Compañía Vasco Andaluza.
Allá en el faro hay ahora un museo, el del pintor Eduardo Sanz y su mujer Isabel Villar. Un hermoso lugar para pasar la mañana del domingo, a  veces me acuerdo de aquella mañana y de algunos cuadros. Luego llegaron las muchas aguas de Sanz pero al principio del mar estuvo la serie Cartas de mar, cartas de amar, escrita a bandera limpia mediante el código internacional de señales de la Organización Marítima Internacional. Las divisas trasladan correos entre barcos que navegan o entre los barcos y las tierras. Las enseñas representan letras y tienen nombre. Efe es un rombo de sangre que se llama foxtrot. «Tengo avería. Comuníquese conmigo», es el mensaje de la efe en sí misma. Un diamante muy rojo, pasos de baile, ven.
es06001 «Sirenamíaenelfondodetuspupilas», así empieza esta carta de mar. Me ha llevado un rato descifrarla entera, después me dolía la cabeza. «Mi amor no tiene nada que ver con esas grandes olas que se ahogan por su bravura», ha pintado Sanz. Olas contra los riscos, lengüetazos de oso que limpia de hormigas la corteza de la costa, con la lengua disfrazada de los banderines. Guardo fotos bonitas de aquel domingo en Cabo Mayor, hasta he buscado en la caja de cuadernos que está debajo del montón de cuadernos sueltos que he hojeado también. Nos sentamos en el merendero y había un hombre solitario en una de las mesas frente al mar. Escribía, tal vez eran cartas o postales, un crucigrama a lo mejor. Estuve mucho tiempo mirándole escribir y estar solo, me hacía sentir bien de una manera que no sé decir. Por qué habrá lugares tan escasos de palabras. Sacudo el diccionario y cae mejorana, cicuta, melisa, ajedrea, salvia, tomillo y docenas de hierbas más; pero solo un par o tres de géneros de afectos. Echo de menos las moneditas listas, toma esto verde o seco, esto distinto. No saber qué decir, no saber qué pensar, no saber qué saber.

5 comentarios en “«Que se hunde en la arena»

  1. La carta del cuadro de Sanz dice así:
    «Sirena mía, en el fondo de tus pupilas busco tu amor como si fuese agua que se hunde en la arena. Mi amor no tiene nada que ver con esas grandes olas que se ahogan por su bravura».

  2. Me ha evocado este otro:

    Tengo estos huesos hechos a las penas
    y a las cavilaciones estas sienes:
    pena que vas, cavilación que vienes
    como el mar de la playa a las arenas.

    Como el mar de la playa a las arenas,
    voy en este naufragio de vaivenes,
    por una noche oscura de sartenes
    redondas, pobres, tristes y morenas.

    Nadie me salvará de este naufragio
    si no es tu amor, la tabla que procuro,
    si no es tu voz, el norte que pretendo.

    Eludiendo por eso el mal presagio
    de que ni en ti siquiera habré seguro,
    voy entre pena y pena sonriendo.

    (Fiodor)

  3. Tengo la suerte de poseer un ejemplar de esa litografia…y me.pierdo entre las banderas como vigia miope…pero al llegar a la carta lo veo más claro

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