A lo oscuro llevando una luz

breaking-badEn el último capítulo de Breaking Bad, Walt ha aparecido en la cocina de Skyler. Cinco minutos, le concede ella. Quiero que sepas que todo lo que hice, comienza a decir Walt. No, no quiero volver a oír otra vez que todo lo hiciste por la familia, corta Skyler con furia desesperada apenas contenida. Entonces White, tras replegarse unos segundos en un silencio de tensión reflexiva, habla así: «Lo hice por mí. Me gustaba hacerlo, lo hacía muy bien. Me sentía vivo».
Lo recuerdo mientras dormito entre los vapores de la gramaticalización de la evidencialidad. La necesidad deóntica no tiene su causa en sí misma sino que deriva de algún origen, leo. Cuáles son los manantiales de las obligaciones. El narcótico párrafo que digo razona que quien se reconoce obligado a ejecutar un acto está señalando una imposición ajena. La familia, ha dicho Walt muchas veces. Una voluntad exterior, concede mi gramática, lanzada a justificar que las cadenas de gramaticalización muestran que los deseos preceden a los deberes. La familia, repite Walt, porque todos le compadecíamos y casi comprendíamos. Por eso sus últimas palabras exhiben tal clarividencia epistémica, tercer nivel de evidencialidad, y una tamaña asunción ética. El moribundo White pero aún vivo abraza con los criminales brazos abiertos y en un último acto de libertad su responsabilidad entera: con la honrada comprensión de los propios motivos, el derribo de los subterfugios deónticos y el hallazgo de la fuente desiderativa de su acción.
Veo unos minutos a un anciano biólogo de la Universidad de Estrasburgo dialogando con un psiconanalista barbudo que parece un orangután, a propósito del deseo. El biólogo dijo deseo sexual y habló de las hormonas, una respuesta pulida y redonda como una bola de acero. El psicoanalista comienza con una cita de Spinoza. En algún lugar de una proposición sexta, Spinoza afirma que «Cada cosa se esfuerza, cuanto está a su alcance, por perseverar en su ser». Lo que a cada cosa empuja y que transciende el instante y la necesidad inmediata es «être dans son désir», esta es la expresión que emplea. ¿Se trata de una adecuación al yo?, pregunta la presentadora. Mais non, el yo es un gran inhibidor del deseo. El deseo significa un ajuste con lo misterioso de cada uno, sin importar el precio, dijo también porque a lo mejor estaba pensando en Antígona o distraído con sus cosas. Una respuesta ni esférica ni inoxidable, solo leal a la oscuridad que quizá brilla aún en la ciénaga del deber, que camina con pies oscuros y aletea con oscuras alas.

To go to dark with a light is to know the light.
To know the dark, go dark. Go without sight,
and find that the dark, too, blooms and sings,
and is traveled by dark feet and dark wings.
Wendell Berry, The Selected Poems
(Counterpoint, 1998).